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A que grupo pertenezco??


¿A qué grupo pertenecemos?

2015-05-28 L’Osservatore Romano
Los cristianos de salón —que son egoístas, especuladores, mundanos o rigoristas— alejan a la gente que busca a Jesús. Acerca de esta tentación puso en guardia el Papa Francisco al celebrar la misa, el jueves 28 de mayo, en la capilla de la Casa Santa Marta. Invitando a cada uno a «un examen de conciencia», el Papa recordó que los cristianos deben saber escuchar «el grito de ayuda» de la gente y sostenerla en el camino para acercarse al Señor.
El Papa Francisco inició la homilía delineando el episodio relatado por san Marcos en el pasaje evangélico (10, 46-52) propuesto por la liturgia. «Jesús estaba con sus discípulos y con la gente —dijo— que lo seguía porque Él hablaba como un maestro, con autoridad propia». Bartimeo, un hombre ciego, «escuchó bullicio y preguntó: “¿Qué sucede?”. Era Jesús». Y así Bartimeo «comenzó a gritar, y gritaba con fuerza haciendo un acto de fe: “Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí”». Sus palabras son «precisamente un acto de fe», destacó el Pontífice.

Pero «entre la gente que estaba allí con Jesús, cada uno tenía su personalidad, su modo de ver la vida, de sentir la vida», explicó el Papa. Y, así, ante todo, «había un grupo de gente que no escuchaba el grito» del hombre ciego. Es «ese grupo de gente el que, incluso hoy, no percibe el grito de los muchos que tienen necesidad de Jesús». En definitiva, es «un grupo de indiferentes: no escuchan, creen que la vida es sólo el grupito allí; están contentos, son sordos al clamor de tanta gente que necesita salvación, que necesita ayuda de Jesús y a la Iglesia». Pero, destacó el Papa Francisco, «esa gente es egoísta, vive para sí misma» incapaz «de escuchar la voz de Jesús».
«Luego están los que escuchan ese grito que pide ayuda, pero quieren silenciarlo», continuó el Pontífice. Y, en efecto, san Marcos en su Evangelio dice que muchos reprendieron a Bartimeo para hacerlo callar, diciéndole que «no gritase» y que dejase al maestro «tranquilo». Lo hacieron «también los discípulos». Y el Papa recordó además «cuando los discípulos alejaron a los niños», precisamente «para que no incomodaran al maestro». Así, pues, también los discípulos trataron de hacer callar a Bartimeo «porque el maestro estaba con ellos, era para ellos, no era para todos». Actuando así «esta gente aleja a Jesús de los que gritan, que tienen necesidad de la fe, que tienen necesidad de salvación».
Existe también, afirmó el Papa Francisco, otro grupo, formado por los «especuladores: eran religiosos, parece, pero Jesús los expulsó del templo porque hacían sus negocios allí, en la casa de Dios». Se trata de personas «que no escuchan, no quieren escuchar el grito de ayuda, sino que prefieren hacer sus negocios y usan al pueblo de Dios, usan a la Iglesia, para hacer sus propios negocios». También «estos especuladores alejan a la gente de Jesús» y no permiten que las personas «pidan ayuda».
«Otro grupo que aleja a la gente de Jesús —dijo también el Papa— son los cristianos sólo de nombre, sin testimonio, que no dan testimonio de cristianos». Sí, «son cristianos de nombre, cristianos de salón, cristianos de fiestas, pero su vida interior no es cristiana, es mundana». Y «uno que se llama cristiano y vive como un mundano aleja a quienes piden “ayuda” a Jesús».
Y, también, «están los rigoristas», añadió el Papa: «aquellos a los que Jesús reprende» porque «cargan muchos pesos sobre los hombros de la gente». Y «Jesús les dedica a ellos todo el capítulo 23 de san Mateo». Les dice «¡hipócritas, explotáis a la gente!». En efecto, «en lugar de responder al grito que pide salvación alejan a la gente».
El «primer grupo», resumió el Pontífice, está formado por «los que no escuchan». Del segundo, en cambio, forma parte «mucha gente diversa, diferente» que «escucha la llamada, pero aleja» de Jesús. Y «está también un tercer grupo», son «los que ayudan a acercarse a Jesús» y que dicen a Bartimeo: «“Ánimo, levántate, te llama”». Es «el grupo de los cristianos que son coherentes entre lo que creen y lo que viven» y ayudan a acercarse a Jesús «a la gente que grita pidiendo salvación, pidiendo la gracia, pidiendo la salud espiritual para su alma».
Precisamente a la luz de esta reflexión, el Papa Francisco propuso «un examen de conciencia» que «nos hará bien», a través de una serie de preguntas directas: «¿En qué grupo estoy? ¿En el primero, entre los que escuchan los numerosos gritos que piden ayuda de salvación? ¿Me ocupo sólo de mi relación con Jesús, cerrada, egoísta? ¿Pertenezco al segundo grupo, entre los que alejan a la gente de Jesús, por la falta de coherencia de vida, falta de testimonio, así como por estar muy apegados al dinero o por la rigidez?». Y también: «¿Alejo a la gente de Jesús o pertenezco al tercer grupo, el de los que escuchan el grito de tantas personas y les ayudo a acercarse a Jesús?». A estas preguntas, concluyó el Papa, «cada uno de nosotros puede responder en su corazón».

DIA 4 DE JUNIO

Solemnidad del Corpus Christi
Explicación de la fiesta

Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía.

Este día recordamos la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el Jueves Santo durante la Última Cena, al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre.

Es una fiesta muy importante porque la Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, movido por su querer quedarse con nosotros después de la Ascensión.

Origen de la fiesta:

Dios utilizó a santa Juliana de Mont Cornillon para propiciar esta fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Por diferentes intrigas tuvo que irse del convento. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.

Juliana, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre añoraba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haberse intensificado por una visión que ella tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.

Ella le hizo conocer sus ideas a Roberto de Thorete, el entonces obispos de Liège, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos; a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Liège, después obispo de Verdun, Patriarca de Jerusalén y finalmente al Papa Urbano IV. El obispo Roberto se impresionó favorablemente y como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; también el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan debía escribir el oficio para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.

El obispo Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez por los cánones de San Martín en Liège. Jacques Pantaleón llegó a ser Papa el 29 de agosto de 1261. La ermitaña Eva, con quien Juliana había pasado un tiempo y quien también era ferviente adoradora de la Santa Eucaristía, le insistió a Enrique de Guelders, obispo de Liège, que pidiera al Papa que extendiera la celebración al mundo entero.

Urbano IV, siempre siendo admirador de esta fiesta, publicó la bula “Transiturus” el 8 de septiembre de 1264, en la cual, después de haber ensalzado el amor de nuestro Salvador expresado en la Santa Eucaristía, ordenó que se celebrara la solemnidad de “Corpus Christi” en el día jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, al mismo tiempo otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la santa misa y al oficio. Este oficio, compuesto por el doctor angélico, Santo Tomás de Aquino, por petición del Papa, es uno de los más hermosos en el breviario Romano y ha sido admirado aun por Protestantes.

La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. Publicó un nuevo decreto incorporando el de Urbano IV. Juan XXII, sucesor de Clemente V, instó su observancia.

Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV y se hicieron bastante comunes en a partir del siglo XIV.

La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Bélgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad.

En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.

El Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad, y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurección de Nuestro Señor Jesucristo.

Fuente: www.corazones.org

El milagro de Bolsena

En el siglo XIII, el sacerdote alemán, Pedro de Praga, se detuvo en la ciudad italiana de Bolsena, mientras realizaba una peregrinación a Roma. Era un sacerdote piadoso, pero dudaba en ese momento de la presencia real de Cristo en la Hostia consagrada. Cuando estaba celebrando la Misa junto a la tumba de Santa Cristina, al pronunciar las palabras de la Consagración, comenzó a salir sangre de la Hostia consagrada y salpicó sus manos, el altar y el corporal.

El sacerdote estaba confundido. Quiso esconder la sangre, pero no pudo. Interrumpió la Misa y fue a Orvieto, lugar donde residía el Papa Urbano IV.
El Papa escuchó al sacerdote y mandó a unos emisarios a hacer una investigación. Ante la certeza del acontecimiento, el Papa ordenó al obispo de la diócesis llevar a Orvieto la Hostia y el corporal con las gotas de sangre.

Se organizó una procesión con los arzobispos, cardenales y algunas autoridades de la Iglesia. A esta procesión, se unió el Papa y puso la Hostia en la Catedral. Actualmente, el corporal con las manchas de sangre se exhibe con reverencia en la Catedral de Orvieto.

A partir de entonces, miles de peregrinos y turistas visitan la Iglesia de Santa Cristina para conocer donde ocurrió el milagro.

En Agosto de 1964, setecientos años después de la institución de la fiesta de Corpus Christi, el Papa Paulo VI celebró Misa en el altar de la Catedral de Orvieto. Doce años después, el mismo Papa visitó Bolsena y habló en televisión para el Congreso Eucarístico Internacional. Dijo que la Eucaristía era “un maravilloso e inacabable misterio”.


http://es.catholic.net/op/articulos/1342/jueves-de-corpus-christi.html



 


Església Notícia 10 maig 2015

A LA HORA DE AYUDAR, MULTIPLÍCATE POR DOS

24 de Mayo

PENTECOSTES


1. PENTECOSTES es COMUNIDAD. El Espíritu Santo une lo que está resquebrajado; acerca lo que está distante. Siempre existen más motivos para la unión que para la dispersión. ¿Por qué no buscas más lo que adhiere y no separa?

2. PENTECOSTES es VIDA. El cielo, una vez más, abre sus puertas y –a través de ellas- desciende la voz de Dios, su fuerza y su poder. ¿Guardas silencio en y con tu vida?

3. PENTECOSTES es CONFIRMACION. El cristiano se siente acompañado y protegido por la mano del Señor. Siente que no está sólo, Alguien le sostiene. ¿Te dejas llevar frecuentemente por el puro y duro activismo?

4. PENTECOSTES es ALEGRIA. Frente a las dificultades, el Espíritu, nos hace ver el otro lado afable de la vida. No todo es tan negro como el mundo nos enseña. ¿Eres optimista o has plegado las alas de tu ilusión?

5. PENTECOSTES es VALENTIA. La cobardía, en el fondo, es fruto de la inseguridad. El Espíritu nos aporta certidumbre en el combate de la fe, fortalece los muros de nuestra personalidad cristiana. ¿Te preocupa algo en este momento?

6. PENTECOSTES es ECLESIALIDAD. El Espíritu Santo nos reúne con su carisma, nos habilita para el bien, para la comunión fraterna. Nos hace estar en permanente guardia frente aquellos que intentan dividirnos. ¿Cómo ves a la Iglesia? ¿La amas de verdad?

7. PENTECOSTES es APERTURA. El Espíritu Santo nos guía por los caminos que conducen hacia Cristo. Abrirse al Espíritu es sentir curiosidad por las cosas de Dios, por la vida del Hijo, en la Gloria del Espíritu Santo. ¿Te acercas con frecuencia a la lectura de la Palabra de Dios?

8. PENTECOSTES es INTREPIDEZ. El Espíritu Santo nos capacita para dar testimonio de nuestra fe. Nos llama a la perfección, a la audacia y a la insistencia evangelizadora. ¿Estás comprometido en algún movimiento o tarea eclesial?

9. PENTECOSTES es DINAMISMO. El Espíritu Santo nos instala en los caminos de la vida. Es necesario que la Buena Noticia sea conocida, proclamada, vivida y escuchada. ¿Encontrará el Señor mensajeros de sus Palabras?

10. PENTECOSTES es MISION. El Espíritu Santo hace que nos interroguemos ¿Qué puedo hacer yo por Cristo? ¿Qué hago yo en su Iglesia? ¿Soy positivo en mi comunidad?

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.