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Con una misa presidida por el Obispo Javier Salinas se ha puesto punto y final al Congreso para la Evangelización organizado por el Obispado de Mallorca, en el que han participado más de 800 personas.
Antoni Vadell, Vicario Episcopal para la Evangelización, ha sido el encargado de pronunciar la tercera ponencia dedicada al anuncio. Ha presentado claves para un anuncio provocativo: “El anuncio del Evangelio es provocativo cuando viene de una comunidad que vive el Evangelio”. Ya no vivimos, afirma Vadell, “en la época de cristiandad en que la religiosidad se asumía por tradición o por ambiente”. Hoy la fe supone, especialmente, un proceso personal y grupal de conversión de la persona al proyecto de Jesús: “La comunidad es el microclima adecuado para este proceso, en tanto que ofrece una experiencia vital, un testimonio y un compromiso personal de cada uno los miembros en una manera de vivir concreta, plasmada en un proyecto de vida “.
La ponencia hizo un perfil de las comunidades que se necesitan en el siglo XXI, que deben ser “con flexibilidad de pertenencia, más espontáneas e independientes, más estéticas, gestionadas por ellos mismos, más inclinadas a cultivar la espiritualidad frente al compromiso , menos condicionadas”.
Después de los talleres, ha tenido lugar la Eucaristía de clausura, presidida por el Obispo Javier. En la homilía ha hecho balance de este encuentro que ha reflexionado sobre las claves de la transmisión de la fe en una sociedad secularizada. Ha anunciado, además, la voluntad de continuar con la dinámica de organizar encuentros periódicos para tratar temas que afectan la evangelización y el anuncio.
El Congreso para la Evangelización se ha celebrado este sábado y domingo en el Colegio Madre Alberta de Palma, donde han tenido lugar diversos talleres, trabajos y ponencias. Para prepararlo cerca de 1.000 personas participaron en varios grupos de debate e hicieron llegar sus propuestas sobre las que han partido las ponencias de este fin de semana.



Francisco en Sta. Marta: '¿Soy cristiano de fachada?'

En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda la llamada a la conversión personal y advierte del peligro de tibieza cuando el cristiano siente que no le falta nada

El santo padre en la homilía de Santa Marta de este martes por la mañana ha pedido precaución para no convertirnos en cristianos tibios, cómodos o de apariencia. De este modo, ha recordado que los cristianos deben responder siempre a la llamada de Jesús, a la conversión, contrariamente de pecadores se convertirán en corruptos.
Haciendo referencia a la liturgia del día --un pasaje del apocalipsis de Juan y el encuentro entre Jesús y Zaqueo-- el Papa ha hablado del tema de las conversiones. "Convertirse es una gracia, es una visita de Dios", ha afirmado. Al hablar de la primera lectura, Francisco ha explicado que el Señor pide a los cristianos de Laodicea convertirse porque han caído en la "tibieza". Viven en la "espiritualidad de la comodidad". Y piensan, dice el Papa: "hago las cosas como puedo, pero estoy en paz que nadie venga a molestarme con cosas raras". El Santo Padre ha señalado que quien vive así piensa que no "falta nada: voy a misa los domingos, rezo algunas veces, me siento bien, estoy en gracia de Dios, soy rico" y "no necesito nada, estoy bien". Al respecto, el Papa ha advertido que este estado del alma es un estado de pecado: "la comodidad espiritual es un estado de pecado".
Tal y como ha recordado el Francisco en su homilía, a estos el Señor les dice: "Porque eres tibio te vomitaré de mi boca" y les aconseja "vestirse", porque "los cristianos cómodos están desnudos".
A continuación, ha explicado que "hay una segunda llamada" a "los que viven de las apariencias, los cristianos de las apariencias". Estos --ha advertido el Papa-- se creen vivos pero están muertos, y el Señor les pide estar vigilantes. "Las apariencias son el sudario de estos cristianos: están muertos" y el Señor "les llama a la conversión", ha indicado.
De este modo, Francisco ha invitado a la reflexión: "¿Yo soy de estos cristianos de las apariencias? ¿Tengo vida dentro, tengo una vida espiritual? ¿Siento al Espíritu Santo, escucho al Espíritu Santo, voy adelante, o...? Pero, si todo aparece bien, no tengo nada que reprocharme: tengo una buena familia, la gente no habla mal de mí, tengo todo lo necesario, estoy casado por la Iglesia... estoy 'en gracia de Dios', estoy tranquilo". Por eso, el Papa ha recordado que los cristianos de apariencia "¡están muertos!" Pero, "buscar algo vivo dentro y con la memoria y el estado de alerta, vigorizar esto para que se pueda ir hacia adelante. Conversión: desde las apariencias a la realidad. De la tibieza al fervor".
La tercera llamada a la conversión es con Zaqueo, "jefe de los publicanos y rico". Un corrupto que trabajaba para los extranjeros, para los romanos, traicionaba a su patria, ha recordado el Papa.
De esto modo, Francisco ha afirmado: "Era uno como tantos dirigentes que conocemos: corruptos. En vez de servir a su pueblo, explotan al pueblo para servirse a sí mismo. En el mundo hay algunos... Y la gente no lo quería. Esto, sí, no era tibio; no estaba muerto. Estaba en estado de putrefacción. Corrupto. Pero sintió algo dentro: ¡Pero, este sanador, este profeta que dicen que habla tan bien, yo quisiera verlo, por curiosidad'. El Espíritu Santo es astuto ¡eh! Y plantó la semilla de la curiosidad, y ese hombre para verlo también hace un poco el ridículo. Pensad a un dirigente que sea importante, y también que sea un corrupto, un jefe de los dirigentes --este era jefe-- pero, subir a un árbol para mirar una procesión: pero pensad esto. ¡Qué ridículo!"
A propósito el Pontífice ha explicado que Zaqueo no tuvo vergüenza, quería verlo y "dentro trabajaba el Espíritu Santo". Y después, "la Palabra de Dios entró en ese corazón y con la Palabra, la alegría". Y a Zaqueo le cambia el corazón, se convierte, y promete devolver cuatro veces lo robado.
"Cuando la conversión llega a los bolsillos, es segura. ¿Cristianos de corazón? Sí, todos. Cristianos de alma? Todos. Pero, cristianos de bolsillos, pocos ¡eh! Pocos. Pero la conversión... y aquí, ha llegado en seguida: la palabra auténtica. Se ha convertido. Pero delante de esta palabra, la otra palabra, de los que no querían la conversión, que no querían convertirse: Viendo eso, murmuraban: '¡Ha entrado en casa de un pecador!: se ha manchado, ha perdido la pureza. Debe purificarse porque ha entrado en casa del pecador'", ha explicado.
El Obispo de Roma ha indicado que son "tres llamadas a la conversión", que el mismo Jesús hace "a los tibios, a los de la comodidad, a los de la apariencia, a los que se creen ricos pero son pobres, no tienen nada, están muertos". Asimismo, ha indicado que la Palabra de Dios, "es capaz de cambiar todo", pero "no siempre tenemos la valentía de creer en la Palabra de Dios, de recibir esa Palabra que sana dentro".
Finalmente, al concluir la homilía, Francisco ha recordado que la Iglesia quiere en estas últimas semanas del Año litúrgico que "pensemos mucho, muy seriamente en nuestra conversión, para que podamos ir adelante en el camino de nuestra vida cristiana". Y nos pide "recordar la Palabra de Dios, hace llamamiento a la memoria, de cuidarla, vigilar y también obedecer a la Palabra de Dios, para que comencemos una vida nueva, convertida".


Nacidos de las aguas bautismales somos miembros de la Iglesia. ¡Qué tiempos tan bonitos nos ha tocado vivir! Unos tiempos que nos hablan de un mundo muy necesitado de Dios, muy necesitado de esperanza y muy necesitado de la alegría de un Dios que ama a los hombres. Este es el Dios que anuncia la Iglesia y el Dios en el que creemos: el Dios de Jesucristo.

Igual que muchas familias, padres, hijos, abuelos, se reúnen los domingos para comer y lo viven con alegría, también la familia de los hijos de Dios nos reunimos el domingo en la eucaristía, en el banquete al que Dios nos invita. Quizá no seamos conscientes de la alegría y del gozo que supone «poder ir a misa». Nos reunimos con nuestros hermanos en el nombre del Señor. Así comenzamos cada eucaristía: «En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo».a tocado vivir! Unos tiempos que nos hablan de un mundo muy necesitado de Dios, muy necesitado de esperanza y muy necesitado de la alegría de un Dios que ama a los hombres. Este es el Dios que anuncia la Iglesia y el Dios en el que creemos: el Dios de Jesucristo.
 
En el Día de la Iglesia Diocesana celebramos que vivimos nuestra fe en una parroquia concreta, en una diócesis determinada con otros cristianos de todas las edades, y con los sacerdotes y religiosos. Celebramos que nos preside en la fe y en la caridad un obispo. Estamos llamados a experimentar todas estas alegrías nacidas del bautismo en el seno de la maternidad de la Iglesia. No vivimos la fe en soledad, sino en comunidad junto a otros hermanos nuestros.
 
¿Cómo desentendernos de nuestra Iglesia diocesana? ¿Cómo no preocuparnos por nuestra parroquia? En la parroquia hemos recibido el don de la fe por el bautismo, que es el mayor regalo de amor, de misericordia, de comprensión, de alegría, que se nos da. Pero lo que hemos recibido gratis, hemos de darlo gratis. ¿Necesitará mi parroquia algo de mí? ¿Necesitará catequistas? ¿Necesitará mis conocimientos profesionales como voluntario? ¿Necesitará que sea generoso con mi dinero?
 
Por eso, «Participar en tu parroquia es hacer una declaración de principios». Es reconocernos hijos de Dios, hermanos unos de otros, miembros de la misma comunidad parroquial, insertada en la gran comunidad de la diócesis.
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así; ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Tomás le dice:
-«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde:
-«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»
Palabra del Señor
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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Juan (14, 1-6)
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EN LAS MANOS DE DIOS
Los hombres de hoy no sabemos qué hacer con la muerte. A veces, lo único que se nos ocurre es ignorarla y no hablar de ella. Olvidar cuanto antes ese triste suceso, cumplir los trámites religiosos o civiles necesarios y volver de nuevo a nuestra vida cotidiana.
Pero tarde o temprano, la muerte va visitando nuestros hogares arrancándonos nuestros seres más queridos. ¿Cómo reaccionar entonces ante esa muerte que nos arrebata para siempre a nuestra madre? ¿Qué actitud adoptar ante el esposo querido que nos dice su último adiós? ¿Que hacer ante el vacío que van dejando en nuestra vida tantos amigos y amigas?
La muerte es una puerta que traspasa cada persona en solitario. Una vez cerrada la puerta, el muerto se nos oculta para siempre. No sabemos qué ha sido de él. Ese ser tan querido y cercano se nos pierde ahora en el misterio insondable de Dios. ¿Cómo relacionarnos con él?
Los seguidores de Jesús no nos limitamos a asistir pasivamente al hecho de la muerte. Confiando en Cristo resucitado, lo acompañamos con amor y con nuestra plegaria en ese misterioso encuentro con Dios. En la liturgia cristiana por los difuntos no hay desolación, rebelión o desesperanza. En su centro solo una oración de confianza: “En tus manos, Padre de bondad, confiamos la vida de nuestro ser querido”
¿Qué sentido pueden tener hoy entre nosotros esos funerales en los que nos reunimos personas de diferente sensibilidad ante el misterio de la muerte? ¿Qué podemos hacer juntos: creyentes, menos creyentes, poco creyentes y también increyentes?
A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también más frágiles y vulnerables; somos más incrédulos, pero también más inseguros. No nos resulta fácil creer, pero es difícil no creer. Vivimos llenos de dudas e incertidumbres, pero no sabemos encontrar una esperanza.
A veces, suelo invitar a quienes asisten a un funeral a hacer algo que todos podemos hacer, cada uno desde su pequeña fe. Decirle desde dentro a nuestro ser querido unas palabras que expresen nuestro amor a él y nuestra invocación humilde a Dios:
“Te seguimos queriendo, pero ya no sabemos cómo encontrarnos contigo ni qué hacer por ti. Nuestra fe es débil y no sabemos rezar bien. Pero te confiamos al amor de Dios, te dejamos en sus manos. Ese amor de Dios es hoy para ti un lugar más seguro que todo lo que nosotros te podemos ofrecer. Disfruta de la vida plena. Dios te quiere como nosotros no te hemos sabido querer. Un día nos volveremos a ver”.


CONGRÉS PER A L'EVANGELITZACIÓ



 
El Congrés vol ser una trobada, un “acte de comunicació i de diàleg” a partir de la missió d’evangelitzar, per tal d’il·luminar, orientar i donar pistes per l’acció evangelitzadora a tots els agents de pastoral de l’Església de Mallorca. En el Congrés es podran escoltar les ponències i les comunicacions sobre el tema assenyalat, així com participar de tallers, per tal que el que s’hi exposi animi i sigui un conjunt de propostes pràctiques pastorals per a la realitat diocesana.
 
El Congrés comptarà amb moments de pregària; una ponència marc que situarà el Congrés en el moment que viuen l’Església universal i l’Església de Mallorca, de la qual derivaran tres comunicacions dirigides als eixos fonamentals de l’Església: anunci, acció social i litúrgia.
 
La ponència i les comunicacions seran obertes al públic. També s’oferiran tallers fòrums que ens ajudaran a concretar en la pràctica les comunicacions. Els tallers fòrums volen ser comunicacions d’experiències pràctiques que puguin experimentar els congressistes o fòrums de diàleg.
 
Al Congrés assistiran persones implicades en la missió d’evangelitzar, com el prevere Xavier Morlans, consultor del Pontifici Consell per a la Promoció de la Nova Evangelització; José Antonio Goñi, delegat de Litúrgia de Pamplona; Auxiliadora González, doctora en Treball Social o Juan Manuel Cotelo, director del documental La última cima.
 
Informació i inscripcions: