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La imagen de la puerta nos lleva a preguntarnos si queremos entrar en la dimensión de la fe o quedarnos en la dimensión de la carne. La puerta es lo que nos sitúa en una dimensión nueva.
El Evangelio nos habla de vivir en comunidad. La oveja es un animal muy comunitario, muy de vivir en rebaño. El rebaño es símbolo de unión pese a las diferencias.
Uno de los signos de la Resurrección es que la diferencia no sea un motivo de enfrentamiento, sino de riqueza y crecimiento cuando recibimos del otro lo que nos quiere aportar.
Después del fracaso de la cruz, la Resurrección vuelve a unir a una comunidad que estaba dispersa.
Y es que de forma individual no experimentaremos la salvación. La crisis de nuestra iglesia es celebrar sacramentos y recibirlos de forma individual, no como comunidad. El individualismo está matando nuestro mundo. Apenas tenemos capacidad de comunicación.
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos habla claramente de tenerlo todo en común. ¡Qué pena que celebremos los sacramentos de forma individual! Las personas no nos pueden molestar, porque son la plasmación visible de los regalos de Dios. Cada persona aporta algo. Todos somos necesarios y complementarios. Y eso es Iglesia.
Una parroquia no puede ser solo el cura. Los curas son servidores de la comunidad que siempre permanece: ellos cambian, pero la comunidad sigue.
Tenemos que aprender a vivir como comunidad, como rebaño: unidos por un mismo objetivo, conociéndonos, reconociendo nuestras voces y sabiendo nuestros nombres.
Tenemos que cruzar todos la puerta que nos lleva del egoísmo al amor. La Iglesia debe ser un conjunto de hombres y mujeres que nos sentimos muy frágiles, muy incoherentes. Por eso nunca podemos juzgar ni condenar a nadie. No somos un grupo de elegidos. El antitestimonio más grande es un grupo de cristianos que no se quieran, que no se acojan, que se juzguen, que no se respeten.
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, Santiago y Juan (los Zebedeos) y otros dos de sus discípulos… Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.
Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Él.
Les dijo Jesús: “Muchachos, ¿tenéis pescado?” Le contestaron: “No.”. El les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.” La echaron y no podían arrastrarla por la abundancia de peces.
Juan 21
¿No será que nosotros también “pescamos muy poco”? Acaso será necesario que nos replanteemos un cambio para ser buenos pescadores. El Espíritu Santo nos está guiando para que echemos la red hacía otro lado, hacía el compromiso de verdad, y no a medias.
El Papa Francisco nos da ejemplo, el vive en Santa Marta y no es el Palacio Vaticano, él hace una vida austera y sencilla, está cercano a la gente, busca caminos de reconciliación con todos, es más Obispo/Párroco, que el Sumo Pontífice. Si él lo entiende así ¿cómo lo entendemos los demás? La iglesia está cambiando con él, nuestras parroquias cada vez somos “el resto de Israel” somos más mayores (en años) pero no en madurez. Nos hemos quedado en la mayoría de cristianos de cuatro estaciones (Bautismo, Comunión, Boda y Funeral) claro que hay cristianos coherentes con la fe, que profesan y celebran, pero de estos son pocos…”un resto”
• El papa Francisco ha asegurado que "la bandera de los pobres es cristiana" esto lo dijo el mismo Papa hace unos días EUROPA PRESS. 29.06.2014
En su respuesta citó el Evangelio de San Mateo, al mencionar “el protocolo según el cual todos seremos juzgados: ‘he tenido sed, he pasado hambre, he estado en la cárcel, he estado enfermo, he estado desnudo’”. Para el Pontífice argentino, el papel del cristiano es asistir a toda persona que se encuentre en dicha situación.

Pero claro tiene que ser con el ejemplo, la caridad predicada con el ejemplo. No es desde los sillones de un despacho, ni es a unos horarios de oficina, tampoco con el protocolo de la burocracia donde podemos ser mensajeros del Amor de Dios, es siempre cuando salimos de nosotros mismos y damos de beber al sediento, es cuando compartimos con el que pasa hambre y no lo que nos sobra. Es cuando caminamos hacía el hermano que está en la cárcel (hay muchas cárceles) es cuando nos quitamos la pereza y visitamos al enfermo, es cuando compartimos con el desnudo, etc.
«No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre corroen y donde los ladrones socavan y los roban. Amontonad en cambio tesoros en el Cielo, donde ni polilla ni herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón. Mt. 6

Cuando partimos de este mundo nada nos llevamos, cual será nuestra respuesta ante el Tribunal de Dios?
Nosotros como personas del siglo XXI, nuestras comunidades, nuestras parroquias también se nos pedirá cuenta del testimonio que hemos ofrecido en este siglo, como seguidores de Jesús

R. Verger Terrasa

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