CRISTO, VIENE PRONTO
San Cirilo de Jerusalén
Catequesis 15,1-3
Anunciamos la venida de Cristo, pero
no una sola, sino también una segunda, mucho más magnífica que la anterior. La
primera llevaba consigo un significado de sufrimiento; esta otra, en cambio,
llevará la diademada del reino divino.
Pues casi todas las cosas son dobles en
nuestro Señor Jesucristo. Doble es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la
eternidad; otro, de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble también
su descenso: el primero, silencioso, como la lluvia sobre el vellón; el otro,
manifiesto, todavía futuro.
En la primera venida fue envuelto con fajas en
el pesebre; en la segunda se revestirá de luz como vestidura. En la primera
soportó la cruz, sin miedo a la ignominia; en la otra vendrá glorificado, y
escoltado por un ejército de ángeles.
No pensamos, pues, tan sólo en la
venida pasada; esperamos también la futura. Y, habiendo proclamado en la
primera: Bendito el que viene en nombre del Señor, diremos eso mismo en
la segunda; y, saliendo al encuentro del Señor con los ángeles, aclamaremos,
adorándolo: Bendito el que viene en nombre del Señor.
El Salvador
vendrá, no para ser de nuevo juzgado, sino para llamar a su tribunal a aquellos
por quienes fue llevado a juicio. Aquel que antes, mientras era juzgado, guardó
silencio refrescará la memoria de los malhechores que osaron insultarle cuando
estaba en la cruz, y les dirá: Esto hicisteis y yo callé.
Entonces,
por razones de su clemente providencia, vino a enseñar a los hombres con suave
persuasión; en esa otra ocasión, futura, lo quieran o no, los hombres tendrán
que someterse necesariamente a su reinado.
De ambas venidas habla el profeta Malaquías: De
pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis. He ahí la
primera venida.
Respecto a la otra, dice así: El mensajero
de la alianza que vosotros deseáis: miradlo entrar –dice el Señor de los
ejércitos–. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie
cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará
como un fundidor que refina la plata.
Escribiendo
a Tito, también Pablo ha-bla de esas dos venidas, en estos términos: Ha
aparecido la gracia de, Dios que trae la salvación para todos los hombres;
enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya
desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que
esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Ahí
expresa su primera venida, dando gracias por ella; pero también la segunda, la
que esperamos.
Por esa razón, en nuestra profesión de fe, tal
como la hemos recibido por tradición, decimos que creemos en aquel que subió
al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Vendrá, pues, desde los cielos, nuestro Señor Jesucristo. Vendrá ciertamente hacia el fin de este mundo, en el último día,
con gloria. Se realizará entonces la consumación de este mundo, y este mundo,
que fue creado al principio, será otra vez renovado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario