29 de noviembre de 2015. 1 de Adviento (C). San Lucas 21, 25-28, 34-36
"ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS
Los discursos
apocalípticos recogidos en los evangelios reflejan los miedos y la
incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, frágiles y
vulnerables, que vivían en medio del vasto Imperio romano, entre
conflictos y persecuciones, con un futuro incierto, sin saber cuándo
llegaría Jesús, su amado Señor.
También las
exhortaciones de esos discursos representan, en buena parte, las
exhortaciones que se hacían unos a otros, aquellos cristianos,
recordando el mensaje de Jesús. Esa llamada a vivir despiertos cuidando
la oración y la confianza es un rasgo original y característico de su
Evangelio y de su oración.
Por eso, las
palabras que escuchamos hoy, después de muchos siglos, no están
dirigidas a otros destinatarios. Son llamadas que hemos de escuchar los
que vivimos ahora en la Iglesia de Jesús, en medio de las dificultades e
incertidumbres de estos tiempos.
La Iglesia
actual marcha a veces como una anciana «encorvada» por el peso de los
siglos, las luchas y trabajos del pasado. «Con la cabeza baja»,
consciente de sus errores y pecados, sin poder mostrar con orgullo la
gloria y el poder de otros tiempos.
Es el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos.
«Levantaos», animaos unos a otros. «Alzad la cabeza» con confianza. No miréis al futuro solo desde vuestros cálculos y previsiones. «Se acerca vuestra liberación». Un día ya no viviréis encorvados, oprimidos ni tentados por el desaliento. Jesucristo es vuestro Liberador.
Pero hay maneras de vivir que impiden a muchos caminar con la cabeza levantada confiando en esa liberación definitiva. Por eso, «tened cuidado de que no se os embote la mente».
No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y endurecido,
buscando llenar vuestra vida de bienestar y placer, de espaldas al Padre
del Cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os
hará cada vez menos humanos.
«Estad siempre despiertos».
Despertad la fe en vuestras comunidades. Estad más atentos a mi
Evangelio. Cuidad mejor mi presencia en medio de vosotros. No seáis
comunidades dormidas. Vivid «pidiendo fuerza». ¿Cómo seguiremos los pasos de Jesús si el Padre no nos sostiene? ¿Cómo podremos «mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre»"
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