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La Misericordia de Dios

La Divina Misericordia
La Divina Misericordia es una devoción cristiana enfocada en la misericordia de Dios y su poder, particularmente como una acción de confianza en que la misericordia de Dios y su pasión es el precio ya pagado por nuestros pecados, y que si confiamos en Jesús nuestros pecados nos serán perdonados; Jesús no será nuestro juez sino nuestro Salvador misericordioso.
Más que una mera devoción es un género de la vida cristiana. Se expresa mediante actos interiores (actitudes del alma respecto a la Misericordia del Salvador y de la confianza en Dios) como exteriores: la veneración de la imagen, la hora de la misericordia, el rezo de determinadas oraciones (la llamada Coronilla), la fiesta de la Divina Misericordia y los actos de misericordia con el prójimo.
La devoción como hoy es conocida fue esparcida por medio del diario de la monja polaca santa Faustina Kowalska, conocida como "Apóstol de la Misericordia", donde narra las conversaciones místicas que tuvo con Jesucristo, puestas en forma de diario a petición de su confesor, el beato Michał Sopoćko, y de Jesucristo mismo. La devoción se propagó después de los desplazamientos de polacos por la Segunda guerra mundial.
Después de un período de cuestionamiento oficial, esta devoción recibió un gran impulso durante el pontificado de Juan Pablo II, quien proclamó la fiesta de la Divina Misericordia, a celebrarse todos los años el segundo domingo de Pascua, el 30 de abril del 2000, al canonizar a santa Faustina.
Esta devoción considera que la principal prerrogativa de Jesús es la misericordia y que es la última tabla de salvación. Se accede a la misericordia por la confianza. Esta devoción está integrada por el mensaje de la divina misericordia, la coronilla de la Divina Misericordia, la imagen de la Divina Misericordia, la Fiesta y hora de la misericordia (las 15 h.).
En su diario, santa Faustina escribió que Jesús le dijo:
  • Toda alma que cree y tiene confianza en mi misericordia, la obtendrá.
  • La última tabla de salvación es recurrir a mi misericordia.
  • Yo soy el amor mismo y la misma misericordia.
  • Las almas que veneran mi misericordia resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.
  • A las almas que propagan la devoción a mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa a su hijo recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellos Juez, sino Salvador misericordioso.
  • Que no tema acercarse a mí el alma débil, pecadora, y aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra, todo desaparecerá en el abismo de mi misericordia.
  • No puedo castigar aun al pecador más grande si él suplica mi compasión, sino que lo justifico en mi insondable e impenetrable misericordia.
  • Quien no quiere pasar por la puerta de mi misericordia, tiene que pasar por la puerta de mi justicia.
·         La Fiesta de la Divina Misericordia es el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección. Jesús prometió a santa Faustina su misericordia: el perdón total de los pecados y penas a quien ese día comulgue. Esto significa que la persona habrá andado cielo inmediatamente después de la muerte (sin purgatorio o infierno). Esta fiesta ha sido declarada oficial en la liturgia por la Iglesia en el año 2000.
·         Santa Faustina Kowalska escribió en su diario, en relación a la fiesta, las siguientes palabras que ella experimentó en su interior que Jesús le decía:
·         Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea la salvación y el refugio de todas las almas, especialmente de los pobres pecadores. En ese día se abrirán las puertas de mi misericordia. Derramaré todo el océano de mis gracias sobre las almas que se acerquen a la fuente de mi misericordia. El alma que aquel día se confiese y comulgue obtendrá la remisión completa de las culpas y los castigos. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que nadie tema acercarse a mí, aunque sus culpas fueran las más atroces. [...] Esta fiesta, nacida de lo íntimo de mi misericordia, queda confirmada en sus profundidades. [...] Hija Mía, di que esta Fiesta ha brotado de las entrañas de Mi misericordia para el consuelo del mundo entero.
·         Diario 699, 420, 1517


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