IGLESIA
EN SALIDA- PARROQUIA
TRANSMITIR HOY LA FE y CELEBRARLA
La catequesis/ Formación Cristiana
La catequesis es un proceso
de profundización en el conocimiento y vivencia de la fe, que se desarrolla a
partir de una adhesión fundamental a Jesucristo, a quien se ha llegado a
descubrir al menos inicialmente como revelación de Dios y centro de unificación
para nuestra vida. La Iglesia celebra un sacramento que supone, expresa y
acrecienta la fe y, en consecuencia, ofrece un serio proceso de formación.
Hay muchos cristianos que en esta situación presente buscan algo
que les ayude a encontrar el sentido de la vida, la integridad de la fe, buscan
autenticidad y desean algo más que ritos, algo más que normas y de
celebraciones que se han convertido en referentes de un pasado. Es lo
que tienen derecho a encontrar en los creyentes y en la Iglesia de Jesucristo.
La fe se recibe, se alimenta, se purifica, se prueba, se fortalece, se
celebra y se comunica compartiéndola. En la familia, en la comunidad, en la
Iglesia, mi fe es, a la vez, nuestra fe.
Esto no significa que todos
seamos iguales, ni que tengamos las mismas experiencias o vivencias de la fe.
Pero todos nos necesitamos para vivir la fe y nos ayudamos a crecer en ella. La
fe, como el amor, es uno de estos bienes que aumentan cuando se comparten.
Quien vive instalado y
satisfecho en la superficie de la vida nunca llegará a plantearse ni a
descubrir el verdadero valor y sentido de la fe.
Para llegar a una gran parte
de los jóvenes y familias que se
encuentran alejados de la vida de la comunidad parroquial, será necesario
impulsar una verdadera acción misionera en la que los jóvenes creyentes y
esposos, han de asumir una
responsabilidad y un protagonismo especiales. Nadie como ellos mismos podrá
ofrecer un testimonio vivo del significado que el Evangelio tiene para la sensibilidad, las inquietudes y los problemas
de la juventud actual.
Hemos de favorecer la
creación y animación de grupos donde los jóvenes puedan compartir entre ellos
sus experiencias de vida cristiana. Y, al mismo tiempo, hemos de trabajar por
la incorporación de esos grupos a la comunidad cristiana más amplia, en la que
distintas generaciones de creyentes se apoyan y se interpelan mutuamente. Los
grupos de jóvenes deben participar activamente en la necesaria renovación de
nuestras comunidades cristianas. «Pero, además, es necesario que los jóvenes,
bien formados en la fe y arraigados en la oración, se conviertan cada vez más
en los apóstoles de la juventud.
Entre las debilidades de la
fe juvenil que hemos de subsanar figura, en primer lugar, el déficit de
experiencia orante. Iniciar a los jóvenes de manera intensa, sistemática y
pedagógica a la oración individual y comunitaria resulta capital para su fe. Es
preciso ayudarles a pasar de la relación intimista con un Dios que acaricia su
sensibilidad, a la relación estimuladora con un Dios que interpela su vida
entera y motiva su compromiso.
Una auténtica celebración de
la fe nunca puede convertirse en refugio o huida ante los retos y dificultades
de la vida cotidiana. Es precisamente nuestra propia vida la que ha de servir
de plataforma de encuentro con Dios y los hermanos en la fe. Nuestras
celebraciones litúrgicas necesitan hoy incorporar más activamente las
realidades de la vida de cuantos toman parte en ellas. Orar por las necesidades
de fulano y mengano, decir sus nombres si es necesario, Dar gracias a Dios por…
(Nombre) etc. Etc.
Cuidar las preces en la
liturgia, hacerlas más sentidas y llegar a lo más hondo de nosotros mismos y
así ellas mismas nos interpelan nos hacen reaccionar y no solo dichas en
abstracto que si es verdad a veces no sabemos ni que decimos, ni por quienes
oramos… son algo lejano y no nos afecta.
Sólo de este modo la experiencia de encuentro
con Dios podrá resultar significativa para una fe constituida en eje y centro
de toda nuestra existencia...
En definitiva hay que crear
“una comunidad base” como plataforma para reavivar la asamblea.
Como sugerencia, empezar por
pocos, unas reuniones familiares, de amigos, que quieren compartir sus
experiencias de fe. Donde nos reunimos para momentos de ocio y compartir
nuestros anhelos, etc.
Hacer de nuestras reuniones
“Una fraternidad con Jesús y para El”
Tener unas
“eucaristías” más participativas y no un
mero ritual, que está bien para la asamblea, pero que a veces no edifica al
cuerpo.
Las celebraciones
dominicales, a mi modo de ver se han
convertido en actos y gestos, oraciones, que ya contestamos por rutina y cuando
el “sermón u homilía nos ha gustado la misa a sido bonita.
Esto sucede porque no la
vivimos y para vivirla hay que sentirla. Para comprender el “amor” hay que
estar enamorados. Nadie puede hablar de algo que no siente ni tan siquiera
compartirlo. Solo de esa vivencia o experiencia en el corazón puede hablar la
boca.
Una
celebración renovada de la fe
Los que por la fe y
el Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los
hombres Mt 10,32. Un desafío que debemos
afrontar con decisión, con valentía y creatividad, ya que, en muchas partes, la
iniciación cristiana ha sido pobre o fragmentada. O educamos en la fe, poniendo
realmente en contacto con Jesucristo e invitando a su seguimiento, o no
cumpliremos nuestra misión
evangelizadora.
No podemos
presentar el evangelio de Cristo para ser atrayente de una manera muy sutil
(como quien no dice la cosa) con el miedo de no herir a nadie, una manera
laica que al final nadie nos cree y por
supuesto jamás llegaran a conocer a Cristo, al menos que El mismo les otorgue
ese don. Hay muchas ovejas dispersadas
por el mundo que fueron y son de este rebaño del Señor, Ayudemos al Pastor del rebaño a acrecentar el
número de los elegidos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida. Ap.
7
Sus contemporáneos, los testigos de su vida, llegaron a
la conclusión de que Jesús de Nazaret era Dios al contemplar la grandeza de su
persona y al ver lo excepcional de sus obras: en términos generales, cabría
afirmar que creyeron porque vieron; es
decir, fueron videntes.
–– La “segunda generación”, o sea los que no fueron testigos oculares de su vida, los ciudadanos de Grecia, Roma... se aproximaron a la fe en la divinidad de Jesucristo porque oyeron los testimonios de aquellos que habían sido testigos de su vida y de sus enseñanzas; con otras palabras, fueron oyentes de lo que les narraban aquellos que “habían visto”.
–– La “tercera generación”(a la cual pertenecemos también nosotros) no hemos sido testigos presenciales de la vida de Jesucristo, ni oímos a aquellos primeros que habían sido el testigos oculares de su vida. Pero sí tenemos las narraciones de lo acontecido en los escritos del Nuevo Testamento que describen la persona de Jesús y sus enseñanzas. Cabría, pues, afirmar que nosotros no somos ni videntes ni oyentes, sino que somos simples lectores de aquello que han escrito los que vieron y oyeron.
–– La “segunda generación”, o sea los que no fueron testigos oculares de su vida, los ciudadanos de Grecia, Roma... se aproximaron a la fe en la divinidad de Jesucristo porque oyeron los testimonios de aquellos que habían sido testigos de su vida y de sus enseñanzas; con otras palabras, fueron oyentes de lo que les narraban aquellos que “habían visto”.
–– La “tercera generación”(a la cual pertenecemos también nosotros) no hemos sido testigos presenciales de la vida de Jesucristo, ni oímos a aquellos primeros que habían sido el testigos oculares de su vida. Pero sí tenemos las narraciones de lo acontecido en los escritos del Nuevo Testamento que describen la persona de Jesús y sus enseñanzas. Cabría, pues, afirmar que nosotros no somos ni videntes ni oyentes, sino que somos simples lectores de aquello que han escrito los que vieron y oyeron.
Pero eso sí, tenemos algo en
común con ellos con los de la primera generación y la segunda, “podemos sentir
y vivir el gozo de ser rescatados por Cristo en la plenitud de su Palabra. En
la celebración de la Santa Misa, justo después de la consagración, el sacerdote
dice: “Éste es el sacramento de nuestra fe", a lo que el pueblo responde:
"Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, (que es lo
mismo anunciamos) ¡ven Señor Jesús!"
.
Es una acción
MISIONERA!! Esta
es la misión de los creyentes, anunciar y proclamar la fe en Cristo, el Señor.
R. Verger Terrasa
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