LA MADRE
José Antonio Pagola
1 Enero 2013 - Santa María Madre de Dios
Lc 2, 16-21
María conservaba todas estas cosas
A
muchos puede extrañar que la Iglesia haga coincidir el primer día del
nuevo año civil con la fiesta de Santa María Madre de Dios. Y sin
embargo, es significativo que, desde el siglo IV, la Iglesia, después de
celebrar solemnemente el nacimiento del Salvador, desee comenzar el año
nuevo bajo la protección maternal de María, Madre del Salvador y Madre
nuestra.
Los
cristianos de hoy nos tenemos que preguntar qué hemos hecho de María
estos últimos años, pues probablemente hemos empobrecido nuestra fe
eliminándola demasiado de nuestra vida.
Movidos,
sin duda, por una voluntad sincera de purificar nuestra vivencia
religiosa y encontrar una fe más sólida, hemos abandonado excesos
piadosos, devociones exageradas, costumbres superficiales y extraviadas.
Hemos
tratado de superar una falsa mariolatría en la que, tal vez,
sustituíamos a Cristo por María y veíamos en ella la salvación, el
perdón y la redención que, en realidad, hemos de acoger desde su Hijo.
Si
todo ha sido corregir desviaciones y colocar a María en el lugar
auténtico que le corresponde como Madre de Jesucristo y Madre de la
Iglesia, nos tendríamos que alegrar y reafirmar en nuestra postura.
Pero,
¿ha sido exactamente así? ¿No la hemos olvidado excesivamente? ¿No la
hemos arrinconado en algún lugar oscuro del alma junto a las cosas que
nos parecen de poca utilidad?
Un
abandono de María, sin ahondar más en su misión y en el lugar que ha de
ocupar en nuestra vida, no enriquecerá jamás nuestra vivencia cristiana
sino que la empobrecerá. Probablemente hemos cometido excesos de
mariolatría en el pasado, pero ahora corremos el riesgo de empobrecernos
con su ausencia casi total en nuestras vidas.
María
es la Madre de Cristo. Pero aquel Cristo que nació de su seno estaba
destinado a crecer e incorporar a sí numerosos hermanos, hombres y
mujeres que vivirían un día de su Palabra y de su gracia. Hoy María no
es sólo Madre de Jesús. Es la Madre del Cristo total. Es la Madre de
todos los creyentes.
Es
bueno que, al comenzar un año nuevo, lo hagamos elevando nuestros ojos
hacia María. Ella nos acompañará a lo largo de los días con cuidado y
ternura de madre. Ella cuidará nuestra fe y nuestra esperanza. No la
olvidemos a lo largo del año.